Con motivo del Día de La Educación Financiera, María Jesús Soto nos quiere «recordar la importancia de la necesidad del conocimiento permanente de una ciencia que se llama economía y que tiene como objetivo, abordar el reto de la gestión eficiente de los recursos escasos», en un nuevo artículo especial para este día.
EL FUTURO DEL PLANETA DEPENDE DE LA EDUCACIÓN ECONÓMICA Y FINANCIERA
El Día de la Educación Financiera siempre es un buen momento para recordar la importancia de la necesidad del conocimiento permanente de una ciencia que se llama Economía, que tiene como objetivo abordar el reto de la gestión eficiente de los recursos escasos. El resto de los días del año, también deberíamos tenerlo muy presente.
Aunque la gestión eficiente de los recursos parece un tema de rabiosa actualidad, realmente ya era así para el hombre de las cavernas. Que los recursos son escasos es una realidad a la que se enfrentan las distintas generaciones y las sociedades en su conjunto a lo largo de la historia. Hablar de gestión de recursos, siempre conlleva pensar en paralelo qué necesidades se quieren cubrir. A partir de aquí comienza un debate interesante en las familias, las empresas y los gobiernos. La experiencia nos demuestra que la gran mayoría de las personas siente que no tiene cubiertas sus necesidades, independientemente de cual sea su nivel de vida o el del país en el que vive. El reto al que todas las personas nos enfrentamos, sobre todo a partir de que nos independizamos económicamente del núcleo familiar, es cómo conseguir ingresos y a qué destinarlos. Las capacidades, valores, talentos y aspiraciones, junto con nuestros conocimientos económicos, serán determinantes en la toma de las decisiones.
Quienes toman decisiones de forma ineficaz durante mucho tiempo, al margen de que sean personas físicas, empresas o gobiernos, están abocados a sufrir situaciones económicas de importantes y graves consecuencias para ellos y para quienes se ven afectados por sus decisiones. Y a la inversa, si las decisiones son sólidas, documentadas y eficaces, los resultados positivos llegarán, aunque se hagan esperar.
Los 17 objetivos de desarrollo sostenible para ayudar al planeta tienen directa o indirectamente implicaciones económicas y financieras. A fin de cuentas, hablamos de gestionar recursos, por tanto, hay que tener unos conocimientos económicos mínimos para saber qué hacer para que cada uno de nosotros ayude a su sostenibilidad. El derroche, el despilfarro y el consumo irracional, no deben tener cabida cuando hablamos de preservar recursos comunes, y podríamos calificar su gestión ineficiente de indecencia e inmoralidad.
¿Cómo va a ayudar al planeta quien tiene como hábito gastar continuamente más de lo que ingresa, quien no paga sus deudas o quien, teniendo capacidad productiva, sólo consume recursos sin aportar nada a la sociedad? ¿Cómo puede ayudar al planeta el estudiante que no valora el gasto que supone su formación, para revertirlo en algún momento a la sociedad y con ello seguir enseñando a las nuevas generaciones? ¿Cómo puede ayudar al planeta buscar beneficios constantes, sin importar cómo se consiguen o a qué se destinan? ¿Cómo puede salvar el planeta una persona egoísta, que sólo piensa en lo que se puede llevar, y no en lo que puede compartir?
El objetivo número 18 debería ser salvar al planeta sin destruir al ser humano. Una especie amenazada de extinción si no la cuidamos y protegemos, empezando por nosotros mismos, para después hacerlo con todos los demás, hayan nacido o estén en camino de nacer, siempre con generosidad y sin egoísmos.
Para hacer todos los cambios que necesita la sociedad en su afán por salvar el planeta y, por ende, a todos los seres humanos que formamos parte de él, las finanzas serán decisivas. Porque la pregunta es: ¿cómo y quién va a pagar todo esto? La respuesta es que, de una manera u otra, todos lo vamos a pagar.
El gran aliado que tiene el planeta es el mercado de capitales como financiador de proyectos sostenibles, a través de la evolución del ahorrador pasivo en inversor activo. Por ello, ahora más que nunca, el ahorro llevado a la inversión a través de activos financieros, bien sean bonos o acciones de emisores públicos o privados, supondrá un gran espaldarazo para que, en las próximas décadas, veamos una mejora sustancial en la sostenibilidad del mundo.
La educación económica y financiera, en su vertiente más humanista y sostenible, es la asignatura pendiente que se abre paso poco a poco, como todo lo trascendente para la humanidad, gracias a que cada día tiene más personas involucradas y comprometidas: padres, abuelos, educadores, amigos, familiares o profesionales que, con su actitud socialmente responsable, son conscientes de la necesidad de mejora en este campo.
Para avanzar en su camino, aportamos materiales didácticos que pueden ayudarles en esa tarea en: www.fundacionmariajesussoto.com y www.educacionfinancierabasica.com